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lunes, 9 de marzo de 2009

LA TELE: EL PROFETA DE LOS DESAMPARADOS.

Hoy en día es necesario y inexcusable –y se ha vuelto una exigencia casi social- el hecho de interrogarse sobre la articulación entre información, comunicación y poder.

¿Cómo funcionan estos conceptos? ¿Cómo están articulados hoy en un período de globalización liberal.

En la actualidad, uno de los cánceres de la democracia es el mal funcionamiento de los medios de comunicación y de información. Durante tiempo se pensó que los medios eran una forma de hacer avanzar la democracia (la prensa escrita, la radio, la televisión) permitían precisamente una expresión de lo que podríamos calificar como característica principal de la democracia, la libertad de expresión (o la libertad de opinión).

Actualmente es evidente que el mal funcionamiento de los medios indica que algo no funciona en la democracia. Es decir, si nos planteamos una cuestión sencilla:

¿a quién pertenecen los medios?

Y después nos planteamos la siguiente:

¿tienen los dueños de los medios los mismos intereses que los ciudadanos?

Deja patente que existe divergencia de intereses entre ambas partes. Se pone de manifiesto que la balanza no está equilibrada, alguien sale desfavorecido y está claro que no será el que puede tomar las decisiones.

Es una comunicación sin feedback salvo los shares de audiencia, que solo hacen que indicar lamentablemente el empobrecido nivel cultural o el poco interés del público en obtener una información certera y rigurosa. NO SE CONTRASTA la mayoría de información que aperece en la caja tonta por los televidentes, influyendo así en nuestras decisiones.

Como el monstruo de Frankenstein, lo que esperaba ser una herramienta de evolución de la información, se ha convertido en el principal problema de la democracia.

Os adjunto un video de la película Network que ejemplifica al dedillo la situación actual:

miércoles, 20 de febrero de 2008

LA LÓGICA DE LA GANANCIA.


Hemos aprendido a que sumar nos hace crecer. Las personas no debemos poner límites al crecimiento personal, es de una lógica aplastante que para que mejor funcione un motor se debe lubricar y reparar constantemente.
Desarrollar nuevas habilidades es una ganancia, en la que la predisposición al cambio mediante una actitud proactiva y fuerza de voluntad nos hará afrontar la torpeza, la vergüenza, las incomodidades, los complejos y las inseguridades a las que ese cambio nos reta. Una vez superadas, conseguiremos obtener el resultado: una nueva aptitud. Y a partir de ahí, vuelta a empezar

¿Parece un círculo lógico y productivo?

Sin embargo, el peligro de esta lógica de la ganancia se cierne sobre lo que el hombre es capaz de desarrollar mediante su voluntad de mejora.
Desde hace aproximadamente 150 años gran parte de la humanidad se ha encargado de promover a toda costa un nuevo concepto de vida "la persona jurídica". Se creó algo poderoso pero poco capaz de desarrollar habilidades sociales.
Ha pasado exactamente lo mismo que con el monstruo de Frankenstein, el cual tenía tanta fuerza que se le escapó de las manos a su creador.

El error no es aplicar la lógica de la ganancia sobre este "ente", sino que la equivocación radica en que la ganancia lógica, es sumar beneficios económicos eludiendo sus responsabilidades, como si de un adolescente rebelde se tratase.

La solución, aún temprana, pasa por que las personas que pertenecemos y creamos a estos "entes" desarrollemos nuevas habilidades que nos permitan empujar a estas instituciones a responsabilizarse realmente de su impacto social, aunque eso comporte afrontar torpezas, vergüenzas, incomodidades, complejos e inseguridades que suponen ese cambio. Sólo de esa forma se podrá corregir el rumbo para obtener un desarrollo sostenido y ecuánime. Y a partir de ahí, vuelta a empezar.

¿Parece un círculo lógico y productivo?